El asesinato de Juan de Jesús Monroy, uno de los líderes de las iniciativas de conservación que adelantan excombatientes de las FARC en el municipio de Uribe Meta, pone en evidencia los enormes desafíos de la protección de los territorios en el postconflicto. ¿Quién era y por qué su labor era clave para la construcción de paz en su territorio?
El asesinato de Juan de Jesús Monroy, uno de los líderes de las iniciativas de conservación que adelantan excombatientes de las FARC en el municipio de Uribe Meta, pone en evidencia los enormes desafíos de la protección de los territorios en el postconflicto. ¿Quién era y por qué su labor era clave para la construcción de paz en su territorio?
El municipio de Uribe, en el departamento del Meta, está rodeado por el río Guayabero y cuatro Parques Nacionales Naturales: Sumapaz, Tinigua, La Macarena y Los Picachos. Se trata de un lugar con una enorme riqueza natural que fue estratégico para la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) durante 50 años. Luego de la firma del Acuerdo de Paz en 2016, en este territorio un grupo de excombatientes ha intentado incorporarse a la vida civil con la creación de una cooperativa dedicada a proyectos productivos y sostenibles con el medio ambiente, con el apoyo de organizaciones como WWF, PNUD, entre otros.
Sin embargo, en los últimos meses, la situación de seguridad se ha debilitado y en medio del fuego cruzado entre grupos armados ilegales, varios excombatientes han sido asesinados y otros han dejado los territorios donde ya empezaban a germinar sus proyectos productivos. Juan de Jesús Monroy era uno de sus líderes más reconocidos y el pasado 16 de octubre fue asesinado. Su liderazgo y compromiso dejan un legado para continuar el camino recorrido hacia la conservación de estos territorios biodiversos, y romper los ciclos de violencia dentro de la región.
Esta es su historia…
Durante sus años en la guerra fue conocido con el nombre de “Albeiro Suárez”. En un día de febrero de 2020, y desde el terreno que compartía con sus compañeros en la vereda La Julia, este santandereano contaba que venía de una familia campesina y que había tomado el camino de la lucha armada durante el genocidio del partido político la Unión Patriótica (UP) en Colombia. Juan de Jesús se unió a la revolución armada a principios de los años 90, tras lo que parecía conducir a la desmovilización definitiva de la organización guerrillera más grande de Colombia, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Juan de Jesús sobresalía por su habilidad política y liderazgo, lo cual, junto al inesperado éxito de la UP en diversas regiones del país, hicieron del joven un blanco para las amenazas de los miembros de la UP, que terminarían por asesinar a tres candidatos presidenciales y a más de 3 mil simpatizantes del partido. Fue así como dejó de ser Juan de Jesús y se convirtió en Albeiro Suárez, su nombre de guerra. Albeiro pasó casi 30 años en las filas de las FARC. La sagacidad política adquirida en su juventud y su habilidad para la guerra le aseguraron una posición privilegiada. Durante 16 años, fue el escolta personal de líderes de la guerrilla como el Mono Jojoy, Mauricio Jaramillo y Manuel Marulanda Vélez.
Fue bajo las órdenes de este último que Albeiro conoció el territorio que habitó hasta su muerte. El municipio de la Uribe, en el departamento del Meta, fue escogido por su antiguo jefe como su centro de operaciones ya que la espesa selva del Área de Manejo Especial de la Macarena (conformada por los Parques Nacionales Naturales Sumapaz, Tinigua, La Macarena y Los Picachos, entre otras zonas), así como sus corredores hacia los departamentos de Huila, Tolima, Caquetá y Guaviare hacen de este un lugar estratégico para dirigir la guerra y controlar grandes territorios. Decía Juan de Jesús, que los ríos Duda y Guayabero, sus terrenos ondulados, los parques y la historia de resistencia campesina lo enamoraron de este territorio.
Juan de Jesús intentaba hacer una vida nueva en la vereda de La Pista. Este territorio, escenario de innumerables historias de la guerra, recibió su nombre por una pista aeronáutica que las FARC construyó en 1989 para recibir 4 millones de dólares en armas, en un avión proveniente de Jamaica que nunca llegó, pero cuya historia bien podría ser una historia de espías de esas tan comunes en la guerra fría. Lo cierto es que de la famosa pista queda muy poco, apenas una trocha utilizada por los campesinos de la región y por los excombatientes que después de la firma del acuerdo de paz buscan volver a la vida civil.
En 2017, después de un año de la firma del Acuerdo de Paz en Colombia, Monroy y un grupo de 44 excombatientes decidieron retornar a La Pista y crearon una cooperativa. Apoyados por el PNUD, el gobierno de Suecia, WWF y otras ONG lograron consolidar la Cooperativa Multiactiva J.E, dedicada a proyectos productivos y sostenibles con el medio ambiente. Inicialmente, alquilaron una finca. Luego de un esfuerzo conjunto, realizando bazares, lograron comprar 10 hectáreas donde han venido construyendo su proyecto de vida. “Nos hemos demorado porque el apoyo institucional del gobierno no ha sido suficiente. Sin embargo, con la cooperación internacional y una buena relación con varias ONG, hemos venido implementado varias iniciativas, que van sumando para buscar a futuro la sostenibilidad”, decía.
Con el liderazgo de Juan de Jesús, en la cooperativa se definieron tres líneas fundamentales para su trabajo, todas amigables con el medio ambiente. La primera de ellas es la agropecuaria con enfoque sostenible (para evitar la erosión del suelo, por ejemplo) y el cacao agroforestal; la segunda, el ecoturismo comunitario; y la tercera, un vivero de especies nativas, destinado a la reforestación de las fuentes hídricas y las áreas protegidas. “Estamos apostándole a que esta propuesta se convierta en una solución no solamente para la población en reincorporación, sino para mejorar la calidad de vida de las comunidades”, explicaba Monroy.
A pesar de la firma del acuerdo de paz con las FARC en 2016, en Colombia aún quedan grandes desafíos posteriores al conflicto, como lo evidencia el asesinato de Juan de Jesús junto a su escolta (Jeferson Mandela). Frente a estos homicidios, WWF manifestó su preocupación por el impacto que esto pueda traer a los procesos de construcción de paz y conservación de la naturaleza y bienestar de las comunidades en la zona.
Justamente, WWF ha apoyado el trabajo de la cooperativa que lideraba Juan de Jesús en La Uribe. La intención es fortalecer los esfuerzos de consolidación de la paz y conservación de la biodiversidad en algunos Parques Nacionales Naturales. “Por una parte, queremos promover el diálogo entre diferentes partes y aportar a la resolución de tensiones relacionadas con la tierra alrededor de estas áreas protegidas, así como mejorar las condiciones de vida de las comunidades. Todo esto, hace parte de nuestro enfoque de conservación incluyente”, explica Beth Sua Carvajal, coordinadora del Proyecto Áreas Protegidas y Paz en WWF Colombia.
Organizaciones como WWF consideran que es necesario fortalecer los derechos humanos, la justicia, la democracia, el desarrollo y la seguridad como parte integral de la conservación de la mega biodiversidad del país.