Por Diego Cárdenas
Arqueólogo de lo impráctico. Magíster en onanismo literario con profundización en divagaciones de letrina. Todavía ve muñequitos.
Eso de que el rosa es para las niñas y el azul para los niños, es una moda (relativamente) reciente y antes el asunto era al revés.
Hasta el siglo XIX el color azul se asociaba con la pureza, lo femenino y lo delicado. Muchas pinturas del renacimiento muestran cómo diferentes reproducciones de La Virgen María portan velos azules. Entre tanto, el rojo se reservaba frecuentemente para santos, sacerdotes y el mismo Jesús. El color se consideraba fuerte, intenso y brillante, características relacionadas con lo masculino por esa época. Así, el tono rosado se asignaba a los niños por ser “pequeños hombres”. Las vestiduras de príncipes y princesas también exhibían a menudo esta diferenciación de colores.
En 1918 se tiene el primer registro de una revista de modas que invita a las madres a vestir a sus hijos de rosa por ser este un color “más decidido y fuerte, más adecuado para los niños, mientras el azul, que es más delicado y refinado, es mejor para las niñas”
Sobre 1940 empezó a invertirse el patrón. Aunque es difícil determinar exactamente la razón, algunos aspectos que promovieron el cambio fueron:
– El triángulo rosado que usaban los nazis para identificar a los homosexuales en los campos de concentración.
– Las vestimentas oscuras que se prefieren en la guerra con propósitos de mimetización o reducción de visibilidad (un soldado rosadito sería sin duda un blanco muy fácil de atinar)
– La publicidad de los años 70’s que empezó a asociar el rosa con lo femenino para vender sus productos (automóviles como el Dodge, electrodomésticos, maquillaje, etc.)
– Algunas personalidades públicas como Mamie Eisenhower, Jacqueline Kennedy o la misma Isabel II, lucieron en su momento icónicas prendas rosas, volviéndose un estándar de elegancia femenina.
De cualquier manera, el que diga que los meros machos no se visten de rosa es que nunca conoció a Cormano de Sunset Riders.
Fuentes: La Historia del Color de Gavin Evans, Revista Earnshaw’s Infants Department.