La única manera de ACTUAR globalmente, es SENTIPENSAR LOCALMENTE 

Actualidad Ambiente

Por: Andrés Caicedo Holguín

En el bosque en esos momentos de charla interminable que tienen los arroyos […] en esos momentos en que ronca el tigre, ruge el león, silba la serpiente, canta el grillo y la chicharra, gime la paloma torcaz y cruza el bosque […]. Es el momento del recreo que esa maestra que es la Sabiduría ha ordenado armónicamente (Quintín Lame 1939 en Gnecco, 2017).

La COP16 en Cali no es una vitrina para vender, no es una vitrina para mostrarnos. La COP16 es una oportunidad para colocar las contradicciones sobre la mesa (Susana Muhamad, ministra de Ambiente de Colombia).

Un buen ejemplo para abordar estas contradicciones, es el de la Yuca Brava. Resulta que en la Amazonia existe un tipo de Yuca, que si se prepara de modo convencional es altamente tóxica. Las comunidades indígenas hallaron la manera ancestral de preparar esta Yuca Brava, y así obtener de ella, harina para hacer tortas o pan de casabe. “La ley del blanco es “Yuca Brava”, le oí decir a don Ángel Ortiz, anciano indígena amazónico de la comunidad de San Rafael en la cuenca media del río Putumayo, a la ley escrita, lo mismo que a la Yuca Brava, hay que quitarles el veneno antes de usarlas, dijo.

La Yuca Brava, luego de quitarle el veneno, sirve para hacer casabe (pan amazónico) y el veneno se usa en algunas labores de caza” (Velasco, 2016). Así es que, conociendo el contexto de la COP, debemos hacer Yuca Brava de ella para no intoxicarnos, y poder obtener el pan de casabe y el veneno para nuestras flechas.

Lo interesante de la COP16 en Cali, es el reto histórico asumido por el gobierno de Colombia en términos socioecológicos. Una mirada inédita que propicia un diagnóstico alter-nativo del problema glocal. Una pincelada propia desde la super-compleja ecología de un País Andino-Tropical, frente a la crisis planetaria.

Si la COP se realizase en Cali, en cualquiera de los momentos políticos del pasado, no tendría el interés especial que hoy abarca. No obstante, el momento histórico, merece confianza, paciencia y oportunidad. Ante la compleja y complicada desventaja para crear e implementar un hacer distinto en la ecología y la política nacional y global, es vital no olvidar que: nunca se logró hacerlo todo, y hacerlo al mismo tiempo, pero si es posible hacer camino al andar.

“Es necesario tener una visión mucho más amplia de lo que no sabemos, así como de lo que sabemos, y también para ser conscientes de que lo que no sabemos es nuestra propia ignorancia, no una ignorancia general. Aproximaciones a lo que es nuevo para unos y muy viejo para otros […] abrir espacios analíticos para realidades sorprendentes […] porque hasta ahora fueron producidas como no existentes […] exigen pensar lo impensado, asumir la sorpresa como acto constitutivo de la labor teórica” (Santos, 2014).

Desde el lugar que los países tropicales miran el mundo, colocar las contradicciones sobre la mesa, pasa también por la urgencia de comprender que si bien, no se puede desperdiciar la COP como un escenario excepcional para lograr alianzas de cooperación internacional en los distintos niveles de gobierno (nacional, departamental o municipal), hacer estas negociaciones sin reconocer con claridad nuestras verdaderas potencialidades y las barreras para su despliegue, sería como pedir limosna en bandeja de oro.

Para superar estas contradicciones, debemos reconocer profundamente las potencialidades del territorio nacional, regional, local. Debemos tener mil brazos, para abrazar todos los pensamientos, cuando hablamos de Paz con la Naturaleza, no estamos hablando para el acierto o el desacierto, estamos hablando para el punto de encuentro (adaptado del edil Jhon Jaramillo de las montañas de Cali).

En la actualidad nos encontramos ante una oportunidad inigualable, para dar algunos pasos sustanciales en relación con una reconciliación nacional. Un ejemplo de ello, es la participación activa de la ANDI, en acompañamiento al Gobierno Nacional en el tema de la COP, y otros asuntos de país. No obstante, la inclusión y la relevancia que se le otorgue a la participación previa, informada y efectiva de las comunidades locales rurales en la actualización y seguimiento del Plan de Acción Nacional de Biodiversidad, sería una verdadera novedad y un indicador esencial.

Es en el nivel de gobierno local (corregimental, comunal), el lugar donde se pueden revelar estas problemáticas y potencialidades glocales. Por su propia naturaleza los planes globales, nacionales, departamentales y municipales, están vacíos de interior.

No es necesario que se continúen haciendo tantos doctorados, para terminar de entender que, en muchos casos, lo primero que se debe hacer, es preguntarle a la gente del lugar. La única manera de actuar globalmente, es sentipensar localmente.

Nunca antes en la historia del país, desde el alto gobierno se alcanzó o se procuró un nivel de conocimientos y fundamentación ecológica como en la actualidad. Por ello, hoy Colombia tiene algo importante que decir a escala global, no solo por el enfoque planteado, sino porque la ecología, es lejos nuestra principal potencialidad como nación, una ventaja comparativa abismal para hacer un aporte ante la crisis planetaria. También una oportunidad única, para buscar salidas de nuestro propio atolladero nacional. Como insistía el profesor Arnaldo Ríos, citando a German Zabala: Si la revolución no nos beneficia a todos, no es una verdadera revolución.

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