Es motivo de seria preocupación el recurrente cierre de la universidad debido a cortes de energía, una medida que afecta profundamente a la comunidad académica y administrativa. Este proceder unilateral por parte de la dirección universitaria merece un análisis crítico y un llamado a la reflexión sobre sus implicaciones.
Es innegable que la dependencia excesiva de la tecnología en la educación actual plantea desafíos, pero cerrar las puertas de la universidad por cortes de energía parece una respuesta desproporcionada. La educación rural y muchas otras formas de enseñanza han demostrado que es posible continuar el aprendizaje sin necesidad de recursos tecnológicos sofisticados. Los profesores deben estar preparados para adaptarse a situaciones imprevistas y trabajar sin depender exclusivamente de la tecnología.
Resulta desconcertante que la dirección universitaria opte sistemáticamente por el cierre total del campus en lugar de explorar alternativas que permitan continuar con las actividades académicas. Esta decisión envía un mensaje negativo a la comunidad, especialmente a los futuros educadores, al sugerir que el trabajo docente se limita únicamente a la disponibilidad de recursos tecnológicos.
Es importante cuestionar el enfoque de la administración hacia las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), que parece limitarse a utilizarlas como solución de emergencia en lugar de integrarlas de manera efectiva en el proceso educativo. La falta de previsión y la dependencia excesiva de la tecnología han generado situaciones problemáticas, especialmente para aquellos estudiantes que carecen de acceso a internet.
Además, es crucial considerar las condiciones reales de las aulas y los recursos disponibles en la universidad. Muchas aulas carecen de equipos básicos como videoproyectores o conexión a internet, lo que pone en entredicho la justificación del cierre por falta de energía. Resulta pertinente preguntarse sobre el costo de un día no trabajado, las afectaciones a la calidad académica y el ahorro que supone para la administración universitaria esta medida.
Ante esta situación, es necesario fomentar el diálogo y la participación de toda la comunidad universitaria. La Universidad no debe ser una autocracia, sino una institución pública donde la voz de todos los actores involucrados debe ser escuchada y respetada. La defensa de la autonomía universitaria y los derechos de la comunidad deben ser una prioridad compartida por todos.
En resumen, los cierres de la universidad por cortes de energía plantean interrogantes sobre la gestión institucional y la forma en que se aborda la integración de la tecnología en la educación. Es momento de reflexionar, dialogar y buscar soluciones que permitan garantizar el acceso a una educación de calidad en todas las circunstancias.
Asociación Sindical de Profesores Universitarios (ASPU-TOLIMA)