Consulta Popular: Un grito de justicia contra la opresión del uribismo y la plutocracia

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Por: Renzo García


Hace ocho años, el 26 de marzo del 2017, Cajamarca nos legó una lección imborrable de dignidad y resistencia. Un pueblo que, con la frente en alto, rechazó la codicia de la multinacional Anglogold Ashanti, negándose a que le arrebataran la esperanza.

Aquella victoria, junto a las que le siguieron en Piedras, Tauramena, Cabrera, Cumaral, Arbeláez, Pijao, Jesús María, Sucre y Fusagasugá, son testimonios palpables de la fuerza incontenible que surge cuando un pueblo se une en pos de un destino común.

El movimiento ambiental, con su tenacidad y convicción, ha demostrado una y otra vez que la defensa del territorio no es una quimera, sino una realidad que se construye día a día. Cada consulta popular ganada resuena como un recordatorio poderoso: «El territorio es nuestro hogar, el agua es vida, no mercancía«.

Hoy, el presidente Gustavo Petro convoca a una consulta popular, invitándonos a ejercer nuestro derecho inalienable a decidir, a construir un país donde «el poder constituyente reside en el pueblo». Nos llama a ser el constituyente primario, a través de un mecanismo de participación ciudadana, capaces de romper las cadenas de la opresión del uribismo y la plutocracia que, atrincherada en el Congreso, se niega a debatir las reformas sociales que claman por justicia.

Pero, como es costumbre, los adalides del statu quo, aquellos que se resisten al cambio, intentan sembrar la semilla de la duda y el miedo. Nos hablan de cifras imposibles, de umbrales inalcanzables, e incluso se atreven a tildar la consulta popular de un acto dictatorial.

Si bien la consulta popular busca destrabar las reformas sociales, también representa una oportunidad invaluable para construir el futuro que anhelamos y demostrar que la soberanía del país reside en el pueblo, del cual emana el poder público (Art. 3 CPC). Es una ocasión para demostrar, como en Cajamarca, que el pueblo unido jamás será vencido.

No permitamos que las sombras de la duda oscurezcan nuestra esperanza. Levantemos nuestras voces en un coro unánime, tejamos juntos un nuevo capítulo en la historia de nuestra patria.

El futuro nos pertenece, y lo forjaremos con la fuerza indomable de nuestros corazones, con la pasión que arde en nuestras almas y con el eco palpitante de nuestras voces, que resonarán como un canto de libertad y justicia para las presentes y futuras generaciones. Para atrás ni bailando.

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