Por: Jorge Rojas Activista social y ambiental Integrante del comité ambiental en defensa de la vida
Para quienes no lo sabían, la Gran Marcha Carnaval inició en el año 2011 como una herramienta de expresión artística, cultural y social en respuesta a la política nacional de la locomotora minero-energética, específicamente al proyecto minero La Colosa, ubicado en Cajamarca. Este proyecto se pretendía realizar en la reserva forestal central, en las veredas La Luisa y La Paloma, donde nacen 161 fuentes hídricas que abastecen de agua a la cuenca mayor del río Coello, beneficiando el consumo humano y la producción agropecuaria de 7 municipios del departamento.
Varios colectivos ambientales del municipio de Cajamarca y la ciudad de Ibagué se unieron con el objetivo de iniciar acciones que permitieran visibilizar este problema ambiental que se avecinaba con la explotación en este territorio. La multinacional AngloGold Ashanti, con el permiso del Estado, pretendía extraer alrededor de 1 gramo de oro por tonelada de roca, que debía ser procesada en una planta industrial a construirse en el corregimiento de Doima, municipio de Piedras. Allí se llevaría a cabo todo el proceso para la extracción del mineral, lo que dejaría graves afectaciones en la cordillera central. Por este motivo, la protesta social comenzó a generarse cada año con más fuerza para crear conciencia en la comunidad y hacer un llamado a los organismos gubernamentales a no permitir la explotación.
La Marcha Carnaval se realiza cada año en el marco del Día Internacional del Ambiente como una expresión popular de la población para rechazar este y otros proyectos que contaminan, dañan la biodiversidad, cambian la dinámica social y afectan la vocación agropecuaria de la despensa agrícola de Colombia. Es más que legítima la movilización de los diversos actores sociales en defensa del agua, el territorio y la vida. Por eso, se ha contado con cerca de 150 mil personas en las calles, generando un gran impacto en los medios de comunicación que visibilizan este clamor social. No obstante, la gran afluencia de gente en esta marcha hace que la logística a cargo de los colectivos y organizaciones sociales se desborde y no se pueda tener el control total de las acciones de cada persona. Por eso, se identificaron algunas dificultades y problemas que durante el último año (2023) se han presentado, hechos que son totalmente ajenos a los organizadores de la movilización y que han puesto en el ojo del huracán a esta importante actividad.
En ese sentido, se ha identificado a personas infiltradas que han generado caos en el interior de la actividad, hechos que son rechazados por la organización y que no corresponden con el espíritu de la marcha. Por ello, se han emprendido varias acciones en clave de rescatar el objetivo, entre ellas el cambio de horario, la convocatoria a sectores culturales y el acompañamiento de la Comisión de Derechos Humanos, evitando de esta manera prácticas indebidas que no corresponden con el propósito de la Marcha Carnaval y garantizando así la presencia masiva de los y las participantes.
Por lo anterior, es importante mencionar que no es casualidad que algunos sectores políticos que han estado a favor de la explotación minera y en contra de la naturaleza ataquen, señalen, estigmaticen y busquen ensuciar el buen nombre de la Marcha, coartando así el derecho a la protesta social y la participación ciudadana en tan importante evento.
Por el agua, la vida y contra la mega-minería, invito a participar este 7 de junio a partir de las 9 de la mañana en la avenida Ferrocarril con calle 42, a que saquemos nuestras pancartas, instrumentos musicales, trajes típicos, disfraces, música y, sobre todo, mucha alegría y convicción por el amor a nuestra madre naturaleza.