Por: Renzo García
El Día Internacional del Agua es un recordatorio contundente de la crisis hídrica que enfrentamos como ciudadanos del mundo. La situación global es alarmante: más de 2.200 millones de personas a nivel mundial carecen de acceso a agua potable, y 4.200 millones no tienen sistemas de saneamiento básico.
La realidad en Colombia refleja esta crisis global, con un tercio de su población urbana sufriendo estrés hídrico y 391 municipios en riesgo de escasez de agua.
En el Tolima, la situación es crítica. La Empresa Departamental de Aguas del Tolima (EDAT) ha mostrado una incapacidad preocupante para garantizar el agua potable y el saneamiento básico de la mayoría de municipios del Departamento. Lo anterior es producto de un actuar antitécnico, de nula planificación y politiquería.
En Ibagué la problemática es colosal. Los conflictos por el acceso al agua crecen de manera desproporcionada y lamentablemente la administración pública se encuentra capturada por los intereses de algunas constructoras, que desarrollan grandes complejos urbanísticos sin la debida disponibilidad de acueducto y alcantarillado.
En el caso de los acueductos comunitarios de Ibagué se observa un abandono casi que absoluto, lo cual demanda un apoyo técnico y financiero de carácter urgente, con el objetivo de garantizar agua potable a cerca de 100 mil personas, que es el cálculo promedio de beneficiarios de estos acueductos. En relación con el IBAL es necesaria una modernización radical para cumplir con el derecho fundamental al agua potable y una postura ética que evite la autorización de Planes Parciales con factibilidades hidrosanitarias (acueducto, alcantarillado y tratamientos de aguas residuales), de dudoso cumplimiento.
La crisis hídrica en Ibagué ha alcanzado niveles sin precedentes, exacerbada por la autorización de desarrollos urbanos sin la infraestructura hídrica adecuada. Más del 50% del agua potable se pierde por fugas y contrabando, y la falta de Plantas de Tratamiento de Aguas Residuales está llevando a la contaminación y muerte de nuestros ríos.
Es imperativo que los gobiernos locales y nacionales actúen con decisión. Necesitamos implementar educación ambiental y estrategias de saneamiento que no solo aborden las necesidades actuales, sino que también anticipen los desafíos del futuro. La gobernanza del agua debe ser una prioridad para asegurar que cada ciudadano tenga acceso al agua potable y que nuestros recursos hídricos se gestionen de manera sostenible.