Salud mental: un relato de quien padece un trastorno de ansiedad

En menos de una semana hemos visto como el mal llamado “puente de la vida” ha sido escenario de la peor consecuencia que puede traer un trastorno o enfermedad mental: el suicidio. Éste fenómeno que para muchos tiene causas neurobiológicas también se origina por causas sociales, es importante que tengamos en cuenta que los entornos en los que las personas viven producen efectos positivos o negativos para la salud mental, por eso es importante pensarnos ¿Qué está pasando en Ibagué? Y cuál es papel que debemos jugar nosotros como ciudadanos frente a este terrible hecho que se repite constantemente en nuestro municipio.

Por eso, el día de hoy quiero compartir uno de los tantos relatos que pudiéramos hacer para que ustedes, amigos, amigas, padres, madres, novios, novias, vecinos, comunidad en general se sensibilicen y concienticen sobre la importancia de apoyar a quienes sufrimos y padecemos un trastorno o enfermedad mental, créame que con la ayuda que ustedes puedan brindar en su momento pueden salvar vidas.

 El callejón de la Darío Echandía

Eran las 2:30 p.m. cuando me encontraba sentado en las bancas de la biblioteca Darío Echandía, un lugar emblemático de la ciudad de Ibagué, llevaba meses sin encontrar un trabajo, me había titulado de una carrera profesional de la facultad de ciencias humanas y artes de la Universidad del Tolima, allí hice muchas amistades, que en su momento se encontraban con buenos puestos de trabajo y que podían tener la posibilidad de ayudar a conseguir algo de empleo para mí, sin embargo, ninguno me ayudó.

Por aquel entonces tenía una amiga dueña de un restaurante, durante toda mi carrera trabajé de mesero, me gustaba mucho, porque servirle a la gente ha sido una de mis vocaciones y compartir con la clientela en el restaurante era una buena forma de interactuar con las personas y así tener más amistades, por eso le pedí ayuda y de nuevo me pudo dar el trabajo como mesero.

Sin embargo, como cualquier otro profesional, mi sueño era encontrar un empleo en el cual pudiera desempeñar con plenitud mi profesión, desafortunadamente en Ibagué es muy difícil conseguir un trabajo en el área de las humanidades y conseguir algo en una institución del Estado debe pasar por la “palanca” política y yo no tenía ningún contacto.

La situación emocional empeoraba cada día, pensar en que tenía tantos conocidos, pero ninguno me ayudaba me hacían sentir muy triste y decepcionado porque pensaba que yo no les importaba, que lo único que querían de mi era que fuera a reuniones, a eventos y cosas por el estilo solo para que yo los apoyara, pero ellos a mí no.

Otra de las tantas cosas que se nos pasa por la cabeza es que no somos dignos de estar con nadie, por eso la soledad se agudizaba, el amor es otra de las situaciones que ponen en riesgo nuestra salud mental, por ese entonces yo estaba tragado de una chica y lamentablemente ella de mí no lo estaba, todo se empezaba a tornar gris, sé que estas situaciones les puede pasar a cualquier y muchos las superan, pero, lo que yo no sabía es que estaba sufriendo de un trastorno mental que se manifestaba en llanto desbordado, hormigueo en las manos, sudoración excesiva, hiperventilación, taquicardia, sensación de vértigo e ideas intrusivas que se repetían constantemente y no me dejaban pensar en una solución.

Es así cómo empezó mi largo camino lleno de dificultades para comprender qué es lo que sucede en mi cuando se manifiesta la ansiedad clínica.

Continuaré publicando relatos de los episodios que muchas veces he vivido, pero que por temor al estigma y al señalamiento no he querido publicar, sin embargo, la actual situación social en la ciudad de Ibagué me ha obligado a hacerlo porque tenemos que acabar con la indiferencia.

El nombre del autor se encuentra en anonimato por seguridad.

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