Por: Gloria Aponte
Ibagué se asienta en un territorio hídricamente rico, pero el descuido irresponsable por parte de la ciudadanía y las autoridades es persistente. El río Opia es excepcional, pues nace en un humedal urbano -perimetral al barrio Villa café- el cual está siendo invadido y convertido en depósito de escombros. A lo largo de su recorrido, el río enfrenta difíciles situaciones de diversa índole: descargas de aguas industriales contaminadas, descargas domésticas, conflictos con canales de riego, angostamiento de su ronda y cauce por box culverts en intersecciones con nuevas vías, disposición de escombros de construcción, de residuos domésticos, y maltrato a la vegetación arbórea y riparia, entre otras.
Durante la semana en curso se ha acentuado la problemática en el punto donde el río fue ligeramente desviado hace décadas para facilitar el paso del ferrocarril. Allí las crecidas por fuertes aguaceros amenazan con socavar los taludes cercanos y aguas muy oscuras, que corren a lo largo de la vía al Tesoro y desembocan en él, incrementando la contaminación.
Defensores del Opia abogan por la continuidad sana de uno de los componentes de la Estructura Ecológica Urbana de Ibagué, que puede aportar a la calidad de vida de los vecinos de ese corredor ecológico, como conductor de biodiversidad, lo cual es importante en la solución a la creciente crisis ambiental global actual.