Trenzar el territorio desde el feminismo decolonial: procesos de resistencia de mujeres en el Tolima

Opinión

por: María Alejandra Arias Barreto


¿Por qué es necesario un feminismo decolonial en los procesos de defensa territorial? Esa era una de las preguntas que nos realizábamos cada una de las mujeres en la Escuela de Feminismos Populares para la Defensa Territorial y Anti-patriarcal, organizada por el Colectivo de Mujeres Defensoras del Territorio del Comité Ambiental en Defensa de la Vida del Tolima. En esta escuela nos reuníamos mujeres campesinas, estudiantes, maestras y activistas ambientales unidas por la defensa del territorio desde un enfoque feminista. Esto, como resultado de nuestra lucha en contra de los modelos extractivos que se quieren implementar en el departamento del Tolima, y que afectan las formas en que nos relacionamos con la naturaleza.

Desde la escuela cada una de nosotras comenzamos a dialogar sobre pensar y actuar los feminismos desde diversas perspectivas, desde nuestros sentires, nuestras posiciones políticas, históricas, desde nuestra condición de clase, sexualidad y etnia para hacer feminismos en América Latina y el Caribe. En este sentido, los feminismos decoloniales visibilizan esa otra cara de las luchas de las mujeres latinoamericanas, de las violencias de ese legado colonial que se ha perpetrado en nuestros cuerpos, en nuestra forma de ser y de pensar. Puesto que, esta perspectiva permite desmantelar y desarmar las prácticas coloniales. En palabras de la activista feminista Ochy Curiel la mirada y la práctica decolonial es “retomar distintas historias, poco o casi nunca contadas.”

Por tanto, en la escuela reflexionamos entorno a los desafíos que representa mirada decolonial en los procesos de resistencia de los movimientos sociales. Debido a que, esta perspectiva nos permitió a cada una de las mujeres desmantelar la desigualdad en el uso de la tierra, los estándares de belleza que afectan más a las mujeres racializadas y develar los efectos que produce la implementación de los proyectos extractivos (minería, hidrocarburos…) al explotar el territorio y la forma en la que afectan estos proyectos a las mujeres. Ya que el colonialismo es una estructura de producción política y económica derivada de la invasión de nuestro continente por parte de los imperios europeos bajo lógicas de dominación y racismo. Por ende, desde la escuela hilamos ideas sobre por qué es importante que los trabajos de defensa territorial incorporen una perspectiva feminista.

Un ejemplo de propuesta contra estos modelos son los procesos de defensa territorial en el departamento del Tolima que surge en respuesta al rechazo del modelo extractivo, capitalista y colonizador que trae consigo la explotación de la tierra por parte de multinacionales. A causa de este modelo económico que produce distintos conflictos derivados de la dominación de los territorios. Tanto que estos proyectos generan problemáticas relacionadas con el conflicto armado, el despojo y el destierro de comunidades vulnerables, daño a la fauna y flora, la contaminación de fuentes hídricas, entre otros efectos. En los cuales se reproducen prácticas de opresión sobre los territorios y sobre los cuerpos.

Así pues, desde la escuela propusimos un proceso de defensa territorial anticolonial a partir de un enfoque feminista y anti-patriarcal en los movimientos de lucha anti-extractivista. La perspectiva decolonial permite analizar y cuestionar esas violencias y dominaciones que las mujeres experimentamos al convertirse el territorio en centro de lucha y al evidenciar como somos víctimas de la violencia colonial. Debido a los efectos que causa la imposición de proyectos extractivos que configura la manera en que vivimos el territorio, incrementa la violencia contra la mujer, afecta la seguridad alimentaria y fractura el tejido social de las comunidades y el ambiente.

Para finalizar, los procesos de formación y movilización que llevamos a cabo las mujeres en la escuela permiten construir espacios de resistencias, liderazgos, crear ambientes de diálogo en los que las mujeres nos pensamos, actuamos y hacemos feminismos populares para la protección del ambiente. También, el espacio permitió ver los retos que se producen al momento de construir con otras mujeres, pero a la misma vez como juntas podemos deconstruir esas prácticas coloniales. Gracias a que estos escenarios formativos en los que confluimos las mujeres fortalecen los procesos de base de los movimientos sociales al generar liderazgos, visibilizar las condiciones de vulnerabilidad que sufren las mujeres y los hombres en contextos de proyectos extractivos y al evidenciar las formas en que se ven afectados los modos en que vivimos lo comunitario.

 

 

 

 

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