Ríos, lagunas, ciénagas… esos son los humedales con los que la mayoría identificamos el agua que corre por el planeta. Sin embargo, bajo tierra también hay agua. Y mucha. Aquí te la presentamos.
Aguas subterráneas y suelo: una relación indivisible
El suelo es mucho más tierra. En realidad, constituye una compleja formación con arenas, sedimentos, capas, grietas y rocas en distintos niveles forjada durante millones de años por efectos de las precipitaciones, entre otros factores. El agua no solo baña la superficie del planeta, como un fenómeno fundamental para la vida, sino que llega más allá de las raíces de las plantas.
“Cuando el suelo se satura, es decir, cuando no puede retener más agua en sus partículas y espacios, ésta se infiltra aún más hacia abajo hasta llegar a una capa de roca que reduce su flujo hacia abajo. A esta zona donde el agua se mueve de forma vertical se le conoce como nivel freático”, explica Gabriela Parada, ingeniera civil y coordinadora de proyectos la consultora Good Stuff International (GSI-LAC). “El agua siempre busca su camino y, al irse acumulando, encuentra grietas, vacíos o poros que le permiten su circulación horizontal: se vuelve una especie de flujo o río -muy lento- en el interior del suelo, guiado por la gravedad (va de un punto más alto a uno menos alto). Estas son las aguas subterráneas”.
Manantiales: cuando el agua brota de la tierra
La imagen de un manantial sin duda es refrescante: agua brotando de la tierra. Pues bien, los manantiales en realidad son la expresión de la descarga de un acuífero que trae el agua de una zona más alta y que por efectos de la gravedad y de una pendiente en la cuenca, brota para alimentar a un cuerpo de agua. ¿Alguna vez has visto uno?
Acuíferos: almacenes y vehículos de agua
Se estima que hay entre 20 y 35 veces más agua subterránea que agua superficial en los ríos y lagos, de ahí que los acuíferos sean vitales para el sostenimiento de ecosistemas y para el abastecimiento. Pero, ¿qué son exactamente? En palabras sencillas, un acuífero es una serie de capas (rocas o sedimentos) con huecos, poros y grietas por donde se mueve el agua por acción de la gravedad. Se recargan con la lluvia y son, a la vez, almacenes y vehículos de transporte del agua en forma de flujo subterráneo que drena (o corre) hacia un río u otro humedal.
Según el Estudio Nacional del Agua (ENA) 2018, en Colombia, aunque se han identificado 60 sistemas de acuíferos en el país, el 71,7% no son aprovechables, debido a su conocimiento insuficiente. De hecho, aunque se reconoce que al menos el 75% de nuestro territorio tiene condiciones favorables para el almacenamiento de aguas subterráneas, también hay “bajos niveles de conocimiento, preparación técnica y académica” al respecto, y un escaso trabajo articulado entre los niveles local, regional y nacional para generar información y soporte institucional que facilite una mejor gestión del recurso hídrico subterráneo.
Funciones y servicios ecosistémicos
Los acuíferos y aguas subterráneas, al ser grandes reservas de agua, son esenciales para mantener el caudal base de ríos, otros humedales y la humedad del suelo en las riberas y zonas bajas. Pero eso no es todo. También son muy importantes para la regulación hídrica: cuando hay épocas secas, las aguas subterráneas alimentan los flujos de agua superficial.
Además, los acuíferos son cruciales en el abastecimiento para consumo humano y sectores productivos. En Colombia, por ejemplo, el 66% del agua subterránea concesionada por autoridades ambientales está destinada a uso agrícola; un 22%, para uso industrial, y un 10% para consumo doméstico. De hecho, el aumento en el uso agrícola ha implicado una presión muy alta sobre el recurso a nivel mundial.
También están siendo impactados por las acciones humanas
El aumento en el uso agrícola de agua, especialmente de acuíferos, está generando una presión muy alta sobre el recurso en el mundo. Colombia no es ajena a esta tendencia: entre 2012 y 2016, la demanda total de agua en el país se incrementó un 5%, y el sector con mayor participación en el uso de agua fue la agricultura, con un 43%.
Además, acciones humanas como encauzamientos o desvíos, las impermeabilizaciones, los drenajes de zonas inundables y humedales, así como la sobreexplotación de acuíferos para usos agrícolas, industriales y urbanos, entre otras causas, está afectando la capacidad de regulación hídrica de estos flujos de agua y, entre otras cosas, ello afecta la capacidad del suelo para ser infiltrado por el agua.
Las aguas subterráneas representan más del 97% del agua dulce líquida disponible el mundo. Ahora que conoces cuáles son sus principales amenazas, ¿cómo crees que puedes ayudar a protegerlas? ¿qué tal estas dos opciones?
1, Consume alimentos orgánicos o de poco impacto en su producción.
El uso de agroquímicos y pesticidas en la agricultura convencional no solo puede llegar a afectar la salud humana (tanto de productores y consumidores), sino que contamina el suelo y, por efectos de la infiltración del agua de lluvia, también los acuíferos.
2. Siempre, usa solo el agua que realmente necesitas.
Tal vez no pasa tanto en grandes ciudades como Bogotá, Medellín o Cali, pero en muchas regiones del país, el agua de consumo doméstico proviene de pozos y aguas subterráneas. Muchas de estas zonas son turísticas. Sé un viajero responsable.
WWF Colombia