El fotógrafo Felipe Cortés nació hace 34 años en Ibagué, fue recientemente uno de los ganadores de la convocatoria municipal de estímulos con su serie fotográfica “Mohán”.
Compartimos con los lectores algo de su historia en relación con la fotografía, una reseña del trabajo con el cual gano el premio Daniel Camacho Ponce y por supuesto parte de su gran labor en el oficio de narrar con la luz.
“Mi gusto por la fotografía inició en un tiempo carente al nutrido portafolio actual de herramientas y aplicaciones tecnológicas, incluso, carente a la facilidad del mismo internet. En ese tiempo, primaba en los juegos infantiles la imaginación, contar historias y juegos a través de la exploración, el contacto con la realidad en un parque, las reuniones familiares, y la curiosidad por lo que aparecía en la televisión. Por ello, cuando veía a alguien con una cámara fotográfica, me invadía la curiosidad por saber cómo era su interior y su mecanismo para “congelar” el tiempo; una celebración especial, una noticia o un acontecimiento que, después estaría plasmado en un papel, en una “fotografía”, en un periódico, y que quedaría en el tiempo con la facilidad de ser consultada en la posteridad.
A medida que crecí, entendí que la fotografía me permitía dejar un recuerdo en cada uno de mis familiares, de mis amigos y una manera de expandirme a otras personas, de conocer lugares y la única manera hasta ese momento conocida de “devolvernos en el tiempo”. Por ello, y el sentir que podía contribuir a la sociedad a través de la fotografía, decidí estudiarla y volverla mi proyecto de vida. Sin lugar a dudas, la fotografía me ha permitido tomar conciencia que es una profesión que conlleva una gran responsabilidad, pues un(a) fotógrafo (a) puede ser el portavoz de comunidades olvidadas, el grito de liberación de oprimidos, una prueba decisoria, puede poner al descubierto problemáticas ambientales y sociales o simplemente para crear una famosa selfi.
La fotografía me ha impulsado e inspirado a tratar de conectar siempre con otras personas, a contar sus historias y a conocer sus culturas. La fotografía trasciende idiomas, fronteras, las barreras del tiempo, y es testigo de la realidad.
El arte de la fotografía me ha enseñado la importancia del momento, al estar siempre alerta o preparado para captar «el instante decisivo», a conectar y reconocer a los demás; a las comunidades, a las regiones con sus costumbres, tradiciones y problemáticas. Hoy la fotografía me permite darle relevancia a aquello que la cotidianidad y su afán, no nos permite ver con facilidad.
Como resultado de ello y más que por un simple gusto o afición, la fotografía me encontró y me enfrentó en el camino con diferentes retos, llevándome así, aún en mis tiempos de preparación profesional al estudio FOTO ZAMBRANO donde tuve la oportunidad de adentrarme en el campo de los retratos y de los eventos sociales. Después encontré la oportunidad de ampliar mis habilidades en dicha rama, perfeccionando la técnica de los retratos y la fotografía social con eventos tales como graduaciones en diferentes almas mater.
A medida que desempeñaba mi rol de fotógrafo, en el camino me fui encontrando con personas interesadas en mi arte como profesión transversal a sus proyectos y trabajos, lo que me inspiró a cursar el Diplomado en Fotografía con la Universidad Nacional, donde desarrollé nuevos conceptos en la creación de imagen fotográfica. Este trasegar y radicarme como fotógrafo independiente, me permitió desempeñarme entre otras, como fotógrafo documental y videógrafo para CICR (comité cruz roja internacional), tratando temas de memoria histórica, de Derechos Humanos DDHH y Derecho Internacional Humanitario DIH.
Esta labor me llevó a continuar mis estudios en imagen y a realizar en 2015 la Especialización en Fotografía en la Universidad Nacional de Colombia, donde aprendí a consolidar proyectos de exhaustiva investigación y desarrollo a largo plazo. Así mismo, he participado en eventos fotográficos a nivel nacional como lo es la Bienal Internacional Fotográfica Bogotá del 2015, he sido finalista en la fotomaratón de bogotá 2016 y 1º puesto en Concurso Fotográfico de Enertolima Flora y Fauna 2016. En 2020 se me otorga el Premio de fotografía municipal modalidad seudónimo del portafolio municipal de estímulos 2020.
Con el tiempo, la experiencia, los contactos y la demanda, me llevaron a afianzarme más a mi propósito de vida como freelance o independiente, a emprender y a su vez, poder compartir lo aprendido a través de la pedagogía. Es así, como de manera paralela, fui alimentando y trabajando mi marca personal Tique.co, la que originalmente se dedicó a realizar fotografías de productos para catálogos, y la cual se fue diversificando a otros ámbitos de concurrencia, como los son, las fotografías de la industria de la finca raíz, del turismo y el hotelería entre otros.
Como resultado de mi compromiso personal con la sociedad, la demanda, la exigencia actual y el avance tecnológico, he podido construir una marca personal. Es así, como surge «Taller Klub» en el año 2018: un espacio para compartir y crear fotografías con un enfoque de comercio electrónico, de cara y oportuno, a la coyuntura actual.”
Mohán: El humo que se esfuma.
Antes de la llegada de los españoles, los Mohanes eran la figura encargada de guiar el mundo espiritual Pijao. De ellos dependían decisiones con respecto al desarrollo,la agricultura y la economía. El paso del tiempo y sus diversos factores transformaron el personaje real en leyenda; hasta convertirla en solo eso: una leyenda y además corrompida: “Un Mohán de apariencia tosca, que fuma tabaco y rapta mujeres en las orillas de los ríos.”
Este proyecto nace a través de la indagación en comunidades indígenas del sur del Tolima, específicamente en Natagaima y Castilla. Allí descubro de donde es proveniente mi segundo apellido, hasta entonces desconocido para mí. A partir de este suceso me intereso por sus costumbres y saberes. Es entonces cuando conozco que existen verdaderos Mohanes; personas llenas de conocimientos ancestrales y que perduran a través del tiempo.
Me importó por ende reflexionar entre la leyenda popular del Mohán y un personaje Mohán real y contemporáneo, a partir de un lenguaje fotográfico que empleará herramientas narrativas y documentales. Mi obra es un tributo al personaje real, por fortalecer lo nuestro, por recuperar el pasado. No pretendo que las fotos gusten a alguien, pretendo que ese alguien conozca un verdadero Mohán y genere interrogantes entre la leyenda y la realidad. Fernando Lozano es aquel Mohán que me ha permitido entrar en su espacio, conocerlo y aprender de él. Para él mis más sinceros agradecimientos.”
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Textos y fotografía: Felipe Cortés
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