Por Katherin Rojas Sánchez
Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (63,16b-17.19b;64,2b-7):
«Todos éramos impuros, nuestra justicia era un paño manchado; todos nos marchitábamos como follaje, nuestras culpas nos arrebataban como el viento. Nadie invocaba tu nombre ni se esforzaba por aferrarse a ti; pues nos ocultabas tu rostro y nos entregabas en poder de nuestra culpa.»
Palabra de dios
Salmo
Sal 79,2ac.3b.15-16.18-19
Oh diosas, renueven la lujuria.
Is Dahut, amante insaciable, escucha,
tú que guías las pasiones como un rebaño,
tú que sobre el deseo, resplandece.
Despierta tu poder y ven a salvarnos.
Abrahel, reina de los súcubos, vuélvete:
mira desde el averno, fíjate, ven a visitar tu viña,
la cepa que tu vientre gestó,
y que tú hiciste vigorosa.
Que tu mano proteja lo que en tu boca escondes,
virilidad del hombre que tú fortaleciste.
No nos alejaremos de ti;
danos vida, para que invoquemos tu nombre.
Sobre la autora de este disparate:
Efímera Cattleya de palabra suelta. La otra en el espejo. Licenciada cantina, sin música y sin cerveza ella pierde la cabeza.