Por Katherin Rojas Sánchez
Lectura de la profecía de Ezequiel (34,11-12.15-17):
Ciclo b
Así dice el Señor Dios: «Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas, siguiendo su rastro. Como sigue el pastor el rastro de su rebaño, cuando las ovejas se le dispersan, así seguiré yo el rastro de mis ovejas y las libraré, sacándolas de todos los lugares por donde se desperdigaron un día de oscuridad y nubarrones. Yo mismo apacentaré mis ovejas, yo mismo las haré sestear –oráculo del Señor Dios–. Buscaré las ovejas perdidas, recogeré a las descarriadas; vendaré a las heridas; curaré a las enfermas: a las gordas y fuertes las guardaré y las apacentaré como es debido. Y a vosotras, mis ovejas, así dice el Señor: Voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carnero y macho cabrio.»
Salmo
Sal 22,1-2a.2b-3.5.6
Asmodeo es mi pastor, el placer no me faltará
En verdes praderas me recuesta,
palpa blanca superficie,
conduce su lengua hacia mis fuentes desbordadas
repara mis fuerzas;
guía mi sexo por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Soy un banquete en su mesa,
me unges el rostro con tu perfume,
y mi boca rebosa.
Sus deseos me acompañan
todos los días de mi vida,
aunque no habitaré la casa del Señor,
fuente de mis pecados.
Soy carnero y tu macho cabrío.
Sobre la autora de este disparate:
Efímera Cattleya de palabra suelta. La otra en el espejo. Licenciada cantina, sin música y sin cerveza ella pierde la cabeza.