Por Diego Cárdenas
Uno de los primeros escritos publicados por Gabriel García Márquez del que se tenga registro, apareció en el periódico El Universal. Se trata de un pequeño artículo sobre el cadáver de un niño descubierto por un perro en un barrio deprimido de Cartagena. A pesar de ir sin firma, su estilo ya se perfila inconfundible.
Pero lo interesante del asunto es que, en esa misma página, al costado superior izquierdo, se ubicaba el tradicional crucigrama de la publicación. La respuesta a la primera pista de las horizontales es “Nobel”. Alfred Nobel. El hombre que con su fortuna creó los premios que llevan su apellido, en un acto de contrición por su destructiva invención de la dinamita.
Al parecer, desde el mismo principio de su carrera, Gabo estaba muy cerca del Nobel que ganaría años después.
Fuente: Archivos periódico El Universal.
Sobre el autor de este disparate:
Arqueólogo de lo impráctico. Magíster en onanismo literario con profundización en divagaciones de letrina. Todavía ve muñequitos.