Por: Gilberto Tabares
Catedrático sin alumnos, narrador de historias de ficción y humorista en formación. Escribe cuando le da sueño y repara computadores y corazones obsoletos a domicilio.
Vitascopio
“Guasón” del director Todd Phillips, es una película que deja sentado al público después de encender las luces, no porque se queden esperando más, ni porque el final no sea efectivo, sino por el grado de identificación que inevitablemente nos conecta con Arthur Fleck (Joaquin Phoenix). Justamente, Todd Phillips (director) dispone el escenario, el color, el vestuario, la actuación y el contexto, para dar “orden” a una realidad indiferente y subyugante que no sólo humilla, somete y erosiona la humanidad del protagonista; sino que se ensaña de tal forma con Fleck -o con nosotros- que lo transforma en Guasón. Por eso hacemos una justificación de su comportamiento y nos sentimos extasiados al ver como Fleck trata de sacudirse su realidad, sentimos el deseo inexorable tanto de su defensa, como de su victoria.
Phillips conjugó escenarios de pesadilla como representación de una atmosfera continua y decadente de poder político, económico y mediático junto a una amplia brecha entre ricos y pobres. A esto suma una ostentosa paleta de tonos tierra, que dan cuenta de la indignidad y apatía social, la intransigencia institucional, la fría y arrogante cara del poder, medios de comunicación deshumanizados que distorsionan la empatía y ridiculizan al ser humano; de esta manera, Phillps erige el aparato social que saca del interior del ser de Arthur Fleck, a un Guasón que equilibre la balanza de la justicia social en los mismos términos del establecimiento. Simultáneamente, Joaquin Phoenix expone en carne viva la tragedia y la comedia que es la vida de Arthur Fleck, la actuación es como una herida abierta de la expresión de todos los matices del dolor -del nuestro-, del terror, júbilo y demencia; cantos de sirena que nos atraen a la locura de un personaje angustiado que regurgita risas, lagrimas y versos desgarradores, invitándonos a tomar partido por él.
Phoenix le da vida a un hombre -aplastado por la institucionalidad estatal y social- mentalmente enfermo que todos los días sube escaleras que lo conducen a la lucha por la supervivencia dentro una sociedad en crisis. A esto se debe que Arthur se autoengañe, usando una máscara que le permita transformar la sociedad y hacer reír a los rostros indiferentes, detrás de ella se esconde una psiquis erosionada, un ser constantemente maltratado, los despojos de una vida artificial. El descenso de las escaleras es la liberación de su mazmorra mental, la máscara ahora representa a un hombre libre de una vida aplastante, subió las escaleras como Arthur Fleck, Pero desciende como Guasón para desenmascarar los rostros del convencionalismo moral.
Claramente Guasón no es superhéroe, es consecuencia, y Todd Phillips se encarga de resaltarlo continuamente con su trabajo de cámaras, luz y fotografía, mostrando a contraluz, picado y contrapicado los anhelos y penurias de Arthur Fleck; luego, a través del sonido bien logrado por Michael Dressel, redimensiona loablemente las risas, el ambiente urbano y la acústica del programa de televisión que dirige Murray Franklin (Robert De Niro), así se refuerza la inevitabilidad de la aparición de Guasón, que es la materialización de las ausencias, la de un esquema de adopción solido y ético, de programas de apoyo y seguimiento a las necesidades mentales de los seres humanos, el abandono de la alteridad social que termina de cerrarle las puertas, recordándonos a Sartre: “el azufre, la hoguera, la parrilla… ¡Ah! Qué broma. No hay necesidad de parrillas; el infierno son los Demás”.
La creación de Phillips es tan original que el rol protagónico no lo tiene totalmente Joaquin Phoenix, este le pertenece a la puesta en escena y a esas representaciones institucionales a los que logra dar vida el director; Phoenix es “simple” y complejamente, un espíritu que deambula errante entre la narrativa y la implacable composición. Para al final escupir al público mientras lo cuestiona. ¿Dónde radica la locura?, al subir las escaleras de una vida miserable o al descenderlas desprovisto de ella, ¿Cuál reacción es más razonable para aquellos que cómo Fleck, están sumergidos en un sistema que se perpetúa intransigentemente sobre ellos? seguir subiendo famélicamente las escaleras de una vida marginal y violenta o transformar la violencia en un show que los redima. Arthur Fleck es el producto de una pupa de rechazo institucional y social, Guasón es el resultado de la metamorfosis de una víctima que se convierte en agente del caos, para él la violencia es un medio para buscar justicia individual, la sociedad asimilándolo lo abrazará por considerarlo contrahegemónico.