En Bielorrusia la Guerra Fría nunca se ha acabado

Actualidad Internacional

El 11 de septiembre el embajador alemán Michael von Ungern-Sternberg, en una declaración conjunta en nombre de la Union Europea, había demandado a la Presidenta del Consejo de Derechos Humanos, Elisabeth Tichy-Fisslberger, añadir un debate urgente sobre Bielorrusia por la 45° sesión del Consejo de Derechos Humanos, que se abrió hoy en la sede de las Naciones Unidas de Ginebra, Suiza.

Por: Elena Rusca (desde Ginebra)


“Las desapariciones forzadas, los secuestros y expulsiones forzosas y las detenciones arbitrarias continúan ocurriendo todos los días en Bielorrusia. En los últimos días hemos sido testigos de una nueva escalada de violencia e intimidación contra miembros del Consejo de Coordinación y otros representantes de la sociedad civil. La líder de la oposición, Maria Kolesnikova, fue secuestrada y los periodistas perdieron sus acreditaciones. Por lo tanto, la situación sobre el terreno justifica claramente un debate urgente. El Consejo de Derechos Humanos no debe guardar silencio sobre este asunto” declaró el 11 de septiembre, Michael von Ungern-Sternberg, en nombre de la Unión Europea.

“Las razones de esta solicitud son claras. Ha habido un fuerte deterioro de la situación de los derechos humanos en Bielorrusia antes y después de las elecciones presidenciales del 9 de agosto de 2020. Se celebró sin una observación internacional significativa y no fue ni libre ni justa” siguió el embajador alemán.

El presidente de Bielorrusia, Lukashenko, ganó por sexta vez consecutiva las elecciones presidenciales durante el mes de agosto de este año. Desde allí una explosión de manifestaciones en rechazo de su victoria explotó en todo el País, pero la situación es mucho más compleja de lo que parezca.

“Hay una gigantesca cuestión democrática en un sistema que alterna autoritarismo y paternalismo”, explica Yuri Colombo corresponsal por “Il Manifesto” en Rusia en una entrevista al periódico “PuntoCritico”. “También hay un tema salarial: un trabajador gana entre 400 y 500 dólares mensuales, pero es una media que mantienen las empresas privadas, que sin embargo son solo el 30% del total. El PIB per cápita es de $ 6,000 por año, la pensión de un trabajador es de $ 120-130 por mes. Es un elemento de contradicción para un país que en las últimas décadas ha sido testigo del ‘milagro’ económico de la vecina Polonia. Bielorrusia es un país basado estructuralmente en la fabricación tradicional con bajo valor agregado y donde la gente trabaja a menudo con tecnologías atrasadas. Por lo tanto, para sobrevivir exportando de manera competitiva, debe depender de salarios bajos”.

Yuri Colombo, durante su entrevista explica también que “la masacre en las calles y cárceles se ha interrumpido gracias a los trabajadores que han comenzado a realizar asambleas y huelga. Por otro lado, nunca hubo una huelga general que hubiera aplastado al gobierno”.

“Este último hecho viene determinado por muchos factores, que van desde la intimidación hasta la represión -muchos dirigentes obreros han sido arrestados o despedidos- pero también por la desconfianza que tienen los trabajadores hacia la dirección -si se puede llamar así, porque el movimiento permanece en gran parte espontáneo – liberal o Svetlana Tikhanovskaya y el «comité de coordinación»”, sigue explicando Yuri Colombo.

“Esto expresa una forma embrionaria de autonomía de los trabajadores, aunque todavía en términos defensivos.

Los trabajadores piensan más o menos así: ‘no queremos violencia policial, también queremos democracia, pero tememos que si llega el ‘poder occidental’, cerrarán nuestras fábricas y nos pondrán a trabajar en un hipermercado o simplemente nos despedirán’.

“Aún no son conscientes de la fuerza que tienen y del poder que han sabido expresar desde hace unos días. Por otro lado, el peso de décadas de represión y autoritarismo no se cubre en unos días o semanas” dijo Colombo.

“La complementariedad con la economía rusa”, sigue el corresponsal italiano, “es un legado de la URSS, es una fortaleza, pero también un talón de Aquiles: Rusia durante mucho tiempo subsidió a Bielorrusia vendiéndole petróleo a precios inferiores al mercado. Hidrocarburos que luego Bielorrusia refina o revende directamente al exterior con operaciones de triangulación. Pero Putin ha dejado de alimentar a Lukashenko desde 2019, es decir, desde que se dio cuenta de que las perspectivas de unificación entre los dos países eran una quimera. Por último, pero no menos importante, hay una cuestión nacional, ya que Lukashenko ha hecho todo lo posible para degradar las características peculiares del idioma nacional, aboliendo el estatus del bielorruso como idioma nacional junto con el ruso”.

Sistema político y social del Estado de Lukaschenko.

“Podemos caracterizar al régimen de Lukashenko como un sistema capitalista de estado con elementos de paternalismo soviético”, sigue Yuri Colombo. “Hasta hace unos años había mantenido el sistema soviético de cobertura social, un estado de bienestar muy modesto pero aún significativo si lo comparamos con los procesos de privatización y desregulación que tuvieron lugar en los otros países de la ex URSS. En el sector estatal, que todavía produce el 70% del PIB hoy, todavía hay seguridad laboral, pero los salarios son muy bajos y suben y bajan según las órdenes de la empresa. El desempleo es muy bajo, como también en Rusia, pero esto se debe al hecho de que los salarios son muy bajos y siempre hay trabajo no calificado disponible. El año pasado se introdujo una mini reforma previsional, ahora la edad de jubilación para las mujeres se ha convertido en 58 y 63 para los hombres, pero en las fábricas este cambio ha sido mal digerido, porque el país sigue siendo un país industrial y el trabajador quiere jubilarse anticipadamente porque la esperanza de vida es baja – en promedio 74 años y para los trabajadores quizás no más de 70. También en 2018 se introdujo un nuevo sistema tributario, en el que incluso aquellos que no trabajan deben pagar un mínimo de impuestos. Lukashenko lo ha llamado ‘el impuesto contra los perezoso’ y afecta a quienes prefieren trabajar ilegalmente o colaborar con empresas extranjeras”.

 ¿Es urgente un debate ante el Consejo de Derechos Humanos?

El embajador de Bielorrusia, Yury Ambrazevic, demostró hoy su disenso en contra de la demanda de la Unión Europea al respecto de un debate urgente “En las elecciones presidenciales de 2020, el actual jefe de estado, Alexander Lukashenko, salió victorioso y recibió las correspondientes felicitaciones de los jefes de China, Rusia, Kazajstán y muchos otros estados. Parte de nuestra sociedad no estuvo de acuerdo con estos hechos; Como resultado, luego de las elecciones presidenciales hubo eventos en nuestro país en agosto de 2020 que estuvieron altamente politizados y vieron un alto nivel de actividad política por parte de la ciudadanía. En la capital y en algunos otros estados, se han producido protestas callejeras».

“Desafortunadamente, y es muy triste, que algunas personas hayan sufrido, tanto los manifestantes como los empleados de las fuerzas del orden han resultado heridos. En todos los casos, en los que hubo enfrentamientos entre manifestantes y las fuerzas del orden, hemos realizado controles y verificaciones. Los líderes políticos del Gobierno están trabajando en una propuesta para actualizar la constitución de Bielorrusia y considerando cómo organizar un diálogo nacional para superar el enfrentamiento político que se ha formado dentro de nuestra sociedad. También se está trabajando para restaurar la armonía nacional dentro del país”, dijo el embajador.

“Pedir un debate urgente adentro de este consejo es una manipulación de este consejo mismo al respecto de una situación que no requiere su intervención ni tiene que ver con el respeto de los derechos humanos del pueblo bielorruso, sino que representa presiones externas políticas contraproducentes al nacer de una nueva ‘harmonía social’”, concluyó el embajador de Bielorrusia, Yury Ambrazevic.

La piensa diferentemente la Alta Comisionada, Michelle Bachelet:

“En Bielorrusia, seguimos recibiendo informes alarmantes sobre la represión violenta en curso de manifestaciones pacíficas por parte de cientos de miles de personas de todos los ámbitos de la vida, en particular mujeres”, declaró hoy Michelle Bachelet, Alto Comisionado de las Naciones Unidas por los Derechos Humanos. “Los informes continúan indicando un uso innecesario o excesivo de la fuerza por parte de los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley; miles de detenciones, muchas de ellas aparentemente arbitrarias; y cientos de denuncias de tortura o malos tratos, incluso contra niños, y algunos informes indican violencia sexual. Recientemente, también se ha informado de secuestros por personas no identificadas de personas asociadas con la oposición. Los periodistas que informan sobre las protestas también siguen siendo objeto de detenciones y hostigamiento. Ha habido pruebas limitadas de medidas adoptadas por las autoridades para abordar estos informes”.

“El restablecimiento de la paz social en Bielorrusia requiere un diálogo de largo alcance, reformas y rendición de cuentas por las graves violaciones de derechos humanos. Aliento al Consejo a centrar la acción en estas tres áreas para evitar una mayor escalada de violencia y agravios. Dada su magnitud y número, todas las denuncias de tortura y otras formas de malos tratos por parte de las fuerzas de seguridad deben documentarse e investigarse, con miras a llevar a los responsables ante la justicia” siguió Michelle Bachelet.

Instrumentalizar conflictos locales para que se transformen en enfrentamiento de los dos grandes bloques de siempre: una guerra fría que nunca termina.

Bélarus y Lukashenko son los restos de lo que fue el peor legado de la antigua URSS. Hoy en día una evolución ser’ia esperada y talvez inevitable. El problema es comprender el camino que tomará, conque resultados: un sometimiento a Occidente y la OTAN o una retirada hacia el régimen oligárquico de la Rusia de Putin. Además, que hay, en Bielorrusia, personas que harían sin ambas cosas.

“Siempre que estalla una movilización antigubernamental en un adversario de los EE.UU., nos enfrentamos a un choque entre liberales y nostálgicos de la URSS. El primero lo retrata como una expresión espontánea de la «sociedad civil» que quiere el establecimiento de una democracia al estilo occidental, el segundo como una maniobra de los servicios secretos estadounidenses y europeos, posiblemente financiados por Soros. Una especie de bipolaridad aplicada a la política exterior, en la que los trabajadores (y la izquierda) parecen incapaces de asumir una posición independiente”.

“Es difícil de decir, pero lo que están haciendo los bielorrusos con su sencillez es interesante. Incluso ahora que Putin ha dado un claro respaldo a Lukashenko, no han aparecido carteles ni lemas anti-rusos. Ni siquiera uno. Un movimiento no puede ser tan heterodirecto: todo el mundo escribe lo que quiere en los carteles, pero no se ha visto a nadie contra Putin. En resumen, los bielorrusos están tratando de escapar de esta terrible pinza, ya sea con Rusia o con Occidente. También cuenta que los bielorrusos y los rusos son realmente pueblos hermanos y hay muchas familias mixtas”, concluyó Yuri Colombo. “Las amenazas de intervención de Putin son solo propaganda hecha para mantenerse firme, en este punto y dado que está aguantando por ahora, Lukashenko. Todo es posible, pero es difícil imaginar que el país se sumerja en una guerra civil. Se necesitan decenas de miles de soldados para ocupar un país, eso es impensable. ¿Y cuánto duraría? Ciertamente, mucho más barato que en Praga. Putin está mintiendo y tal vez piense que la gente tiene miedo cuando habla de su ‘fuerza de reserva’ en apoyo del sátrapa de Minsk. Putin es un gran estratega pero un mal estratega y lo está demostrando de nuevo esta vez”.

 

Elena Rusca, desde Ginebra

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