China ha dejado el socialismo transformándose en una de las más grandes potencias capitalistas globales, poniendo en función una potente maquinaria diplomática y financiera para capturar proyectos extractivos y de construcción de infraestructura en todo el mundo. Desde Asia, hacia África y América Latina.
Por: Elena Rusca (desde Ginebra)
China siempre ha sido un país de gran influencia política. Sin embargo, su influencia en la economía y comercio global es mucho más reciente.
Autosuficiente en sus principales recursos energéticos y naturales, China empezó este “viraje” económico entre los años 1970 y 1980, tras la muerte de Mao.
En este momento, nuevas puertas se abrieron al país, relacionadas a la apertura económica al exterior y la introducción de inversiones extranjeras.
Como consecuencia de este proceso, China se transformó en el principal receptor de inversiones extranjeras directas entre los países en desarrollo, y posee las mayores reservas de divisas del mundo.
¿En Latinoamérica?
En América Latina y el Caribe los bancos y las empresas chinas se han convertido en actores determinantes, ya que han facilitado el financiamiento y han construido cientos de proyectos mineros, petroleros, hídricos, y de infraestructura de transporte, muchos de los cuales han causado graves daños ambientales y sociales a miles de personas.
En 2018, por el Examen Periódico Universal (EPU) de China antes las Naciones Unidas, miembros de la sociedad civil, el Colectivo sobre Financiamiento e Inversiones Chinas, Derechos Humanos (CICDHA), publicó un informe[1] sobre las inversiones chinas en América Latina, denunciando varias violaciones a los derechos humanos hechas por las propias empresas chinas.
Listado de los proyectos analizados por el informe de CICDHA:
ECUADOR
- Mirador y San Carlos Panantza, proyectos de megaminería a cielo abierto de cobre, oro y molibdeno, localizados en las provincias amazónicas de Zamora Chinchipe y Morona Santiago. Son operados por Ecuacorriente S.A. y Explorcobre S.A., ambas filiales del Consorcio CRCC – Tongguan, perteneciente a las empresas chinas Railway Construction Company (CCRC) y Tongling Nonferrus Metals Groups Holding Company.
- Río Blanco, minería subterránea en la provincia del Azuay, operado por la empresa Ecuagoldmining South America S.A., filial de Junefield Mineral Resources Holdings Limited.
- Bloques 62, 14, 17 y Bloques 79 y 83, proyectos de explotación petrolera en las provincias amazónicas de Sucumbíos, Orellana y Pastaza. Operados por Andes Petroleum Ecuador Ltd. y PetroOriental S.A., filiales de las empresas estatales China National Petroleum Corporation (CNPC) y China Petrochemical Corporation (SINOPEC).
- Proyecto propósito múltiple Chone Fase I – Presa Río Grande y Desaguadero San Antonio, represa y desaguadero en la provincia de Manabí, construidos por el consorcio Tiesiju Manabí y Tiesiju Civil Engineering Group Co. Ltda.
- Proyecto propósito eléctrico Toachi Pilatón, en las provincias de Pichincha, Santo Domingo de los Tsáchilas y Cotopaxi, construido por International Water Electric (CWE).
- Proyecto propósito hidroeléctrico Coca Codo Sinclair, en las provincias de Napo y Sucumbíos, construido por Sinohydro Corporation.
PERÚ
- Toromocho, mina de cobre y molibdeno en la provincia de Yauli, operada por Chinalco Perú S.A., subsidiaria de la empresa estatal Aluminium Corporation of China.
- Shougang Hierro Perú SAA, mina a cielo abierto de hierro y otros minerales, operada por Shougang Corporation, conformada por China Shougang International Trade & Eng.Corp, Beijing Shougang Company Lmtd., Shougang Jingtang Iron and Steel Co., Beijing Shougang Cold-Sheet Co., Qinhuangdao Shouqin Metal Materiales Co. Ltd., Shougang Shuicheng Iron & Steel Co.Ltd., Shougang Changzhi Iron & Steel Co.Ltd., Tonghua Iron & Steel Group Co.Ltd., Shougang Mining Company y Shougang Generación Eléctrica S.A.
- Las Bambas, mina de cobre en Cotabambas, región de Apurímac, propiedad mayoritaria y operada por el consorcio China Mineral and Metals Group (MMG).
- Río Blanco, mina de cobre y molibdeno en Piura, propiedad mayoritaria del consorcio privado chino Zijin, conformado por el Zijin Mining Group Co. Ltd., el Tongling Non-Ferrous Metals Group Holdings Co. Ltd. y Xiamen C&D Inc.
BOLIVIA
- Bloque Nueva Esperanza, exploración petrolera en la Cuenca del río Madre de Dios en la Amazonía boliviana, por parte de la empresa china BGP Bolivia, subsidiaria de BGP Inc. y la empresa estatal China National Petroleum Corporation (CNPC). La BGP Bolivia está contratada por la empresa pública Yacimientos Petrolíferos Bolivianos para la adquisición de sísmica 2D.
ARGENTINA
- Complejo hidroeléctrico Cóndor Cliff – Barrancosa en el río Santa Cruz. Será construido por la Unión Transitoria de Empresas (UTE), empresa integrada por China Gezhouba Group Corporation (CGGC) y las empresas argentinas Hidrocuyo S.A. y Electroingeniería S.A.
BRASIL
- Usina Hidroeléctrica (UHE) São Manoel en el río Teles Pires, afluente de la cuenca Tapajós, emplazada entre los estados de Mato Grosso y Pará. Es operada por la Empresa de Energía São Manoel (ESSM), consorcio conformado mayoritariamente por el grupo China Three Gorges (CTG), y las empresas brasileras Eletrobrás Furnas y Energía de Portugal (EDP). La obra se financió a través del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) y contó con las garantías de cumplimiento del Banco de Desarrollo de China (CDB)
La gran mayoría de préstamos, inversión directa e intercambio comercial chino hacia América Latina se han concentrado en la extracción de recursos naturales, obras de infraestructura y exportación de materias primas.
“Desde 2009 hasta 2017 los préstamos chinos a Latinoamérica alcanzaron USD 145 mil millones, sobrepasando los otorgados por el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo”, declara el informe del CICDHA. “La inversión directa china alcanzó en 2017 un acumulado de USD 113.662 millones, y el 65% de esta inversión se destinó a la extracción de minerales, petróleo y gas. El comercio bilateral entre China y Latinoamérica se multiplicó 26 veces desde el 2000 al 2016, siendo que las exportaciones de Latinoamérica a China se concentraron en petróleo, productos minerales y agrícolas”.
“Bajo este esquema, China ha impulsado acuerdos de alcance multilateral como el Plan de Cooperación China-América Latina y el Caribe 2015-2019 y 2019-2021; y otros acuerdos bilaterales orientados a identificar proyectos de infraestructura, energía e industrias extractivas para ser financiados y desarrollados por sus bancos y empresas” sigue el CICDHA en su informe. “En este contexto, es preocupante la falta de respuesta y apertura de las empresas y bancos chinos ante los impactos negativos en los derechos humanos de sus inversiones, siendo obligación del Estado chino actuar con debida diligencia, mediante la realización de estudios de impacto en los derechos humanos antes de tomar decisiones de financiación e intercambio comercial, y proveer a los afectados el acceso a un recurso efectivo”.
Durante el EPU de China en 2018, Juan Pablo Bohoslavsky, Experto Independiente sobre las consecuencias de la deuda externa y las obligaciones financieras internacionales conexas de los Estados para el pleno goce de todos los derechos humanos, sobre todo los derechos económicos, sociales y culturales observó que, “si bien los proyectos de desarrollo apoyados por instituciones financieras de China habían aportado beneficios, algunos habían tenido repercusiones negativas en el plano ambiental, social y de los derechos humanos para determinadas personas y comunidades”.
Por eso, entre otro, el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales recomendó a China que “estableciera un marco regulador claro para las empresas que operaban en China, con el fin de que sus actividades promovieran y no afectaran negativamente el disfrute de los derechos económicos, sociales y culturales[2]”.
Hacer endeudar a los Estados para influenciar sus decisiones
Las prácticas de China no son diferentes de las prácticas de Estados Unidos.
No hay mejor palabra para describir dichas prácticas que las de John Perkins, autor del libro “Confesiones de un sicario económico[3]”.
En su libro-testimonio, John Perkins relata su vida de “sicario económico”: ‹‹Tu trabajo consistirá en estimular a líderes de todos los países para que entren a formar parte de la extensa red que promociona los intereses comerciales de Estados Unidos en todo el mundo. En último término esos líderes acaban atrapados en la telaraña del endeudamiento, lo que nos garantiza su lealtad. Podemos recurrir a ellos siempre que los necesitemos para satisfacer nuestras necesidades políticas, económicas o militares. A cambio, ellos consolidan su posición política porque traen a sus países complejos industriales, centrales generadoras de energía y aeropuertos. Y los propietarios de las empresas estadounidenses de ingeniería y construcción se hacen inmensamente ricos››.
Lo que John Perkins hacía por Estados Unidos, la China también lo hace por sí misma. Es la lógica de la política y del mercado del siglo XXI: prestar dinero a un País para que luego este último se conforme a tus intereses.
En Naciones Unidas estas prácticas se concretizan durante el momento de las votaciones de las recomendaciones, cuando los países africanos y latinoamericanos votan por el “bloque Occidental-Europa-Estados Unidos” o el “bloque de China-Rusia-Irán”, según los financiamientos recibidos.
Y aunque tengamos la impresión de habernos quedado todavía en llena guerra fría por los miembros de los dos bloques opuesto, la apariencia nos aleja de la realidad: los dos bloques no tienen nada de distinto a nivel político o económico, ya que en los dos casos el solo objetivo es el enriquecimiento, aunque sea a daño de los derechos humanos de cualquiera de los pueblos perteneciente a los dos bloques.
Elena Rusca, en Ginebra
[1] El informe: http://chinaambienteyderechos.lat/informe-regional/
[2] El informe de Naciones Unidas : https://documents-dds-ny.un.org/doc/UNDOC/GEN/G18/259/15/PDF/G1825915.pdf?OpenElement
[3] Título original: Confessions of an Economic Hit Man; Editorial: Plume; Publicado el: diciembre de 2005.