Por Gilberto Tabares
Grandes esperanzas tenían las sociedades en el amanecer del periodismo, era la voz de alerta de la ciudadanía, un despertador de la consciencia, la fonía de los afónicos, los medios de comunicación eran un puente social para informar o comunicar en todas sus manifestaciones posibles: textual, sonora, visual o audiovisual, de forma masiva o individual, sin embargo, hoy los medios de comunicación colombianos se han encargado de trasmutar esa admirable esperanza social -basada en el anhelo popular de conocer las historias que tienen un impacto en nosotros- enredándose en los hilos del conflicto colombiano y la corrupción.
Esta perspectiva que ha adoptado el periodismo colombiano debe ser tomada en consideración, pues es de importancia superlativa entender el rol de los medios de comunicación, en todos los escenarios en que se desempeña incluido el conflicto colombiano, pues de su relación depende la credibilidad y su divulgación contribuirá al escepticismo informático o a nuevas formas de emisión y recepción de información (las redes sociales); la audiencia de los medios debe oponerse a la manipulación, dejar de engullir ficciones para no ser cómplices en los terribles hechos del mañana. Es oportuno aclarar que las siguientes posturas no son una realidad innegable, son una perspectiva de las muchas que pueden existir, una mirada sobre un hecho con consecuencias sociales evidenciadas o vividas por muchos; para abordarlo me he apoyado en un artículo de opinión de Alfredo Molano, y en las perspectivas de otros autores.
En alguna época los medios de comunicación fueron considerados como un “cuarto poder” (Macaulay, 1823) debido a la tenacidad periodística que no vacilaba en objetar, señalar, desafiar y oponerse a la transgresión, a la injusticia. Ahora, sumergidos en una pugna por la información y su lucro, abanderados por labores menos altruistas pero muy bien remuneradas como la publicidad y el entretenimiento, adoptan una nueva misión: distraer y divertir; Chomsky (2013) diría al respecto que la razón de la distracción “consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las élites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes.”
Así mismo los monopolios tradicionales de información en Colombia han hecho un espectáculo de lo superfluo, se bombardea a la sociedad con temas irrelevantes y caemos en la discusión de lo vacuo, además se han superado, han hecho de la confrontación política, un espectáculo apasionante para divertir a sus receptores, su objetivo es afectar la opinión pública y desviar la atención de la esencia; con regularidad los receptores somos manipulados, así observamos cómo se empieza a diluir la neutralidad y la imparcialidad periodística.
Molano (2014) afirmó que “el periodismo se interesa en crear entuertos guiado por intereses políticos y económicos”, con esta afirmación abofeteaba la ética periodística inmersa en un deterioro. Los medios de comunicación dan a conocer los hechos sólo cuando hay un interés político-económico, cuando el hecho sirve para estigmatizar u honrar la imagen de un grupo, individuo o ideología; los que lo entienden de esta forma se lanzan en contra de ese tipo de periodismo tal como lo hace Molano, porque entienden el rol trascendental de los medios de comunicación y de la labor periodística deteriorada hoy a través de palabras e imágenes que buscan permear al ciudadano para que este sea capaz de llevar a cabo una guerra que no le corresponde o para que defienda lo indefendible, buscan que la sociedad responda con emociones y no con razones.
Es risible la fachada periodística que se mueve en el mundo bajo el lema “el público tiene derecho a saber”, porque esta labor se esconde en una mafia de información y desinformación, la cosa nostra de lo subliminal y textual, el periodismo malabarea con la noticia y con el amarillismo, porque como dice Molano (2014) “la chiva le sirve al medio porque vende y al público porque lo alimenta”; si la labor sensacionalista va por tan buenos vientos, es precisamente porque el periodismo pretende dirigirse al público que siente una predilección morbosa por las historias que impactan y no por las historias que importan, generando una fuerte demanda por este tipo de información. Al respecto Álvaro José (1995) diría: “la delincuencia, […], se ha convertido en un objeto de consumo. Los medios de comunicación han encontrado en la sangre un seguro de audiencia, recreando con frecuencia y morbosidad determinados episodios criminales” esa audiencia tiene una sed insaciable por conocer, quiere sentirse parte de los hechos, quiere juzgar y opinar sobre la vida del vecino, la del famoso o la del intocable político y empresario, pero es solo una necesidad fugaz.
Si se dice que el periodismo y los medios han hecho de la información una mafia es porque se ve como trafican con ella, sin embargo, no se debe olvidar que estas mafias son conducidas por actores que se esconden tras el telón histórico de la injusticia social, es inocultable la relación económico-política que tiene a la labor periodística de rehén. Al Molano escribir: “Andrómeda o los Sepúlveda son en el fondo meros mercachifles que venden información al mejor postor”, está denunciando a rabiar el tráfico de información utilizada por las mafias, luego que contrabandistas de la investigación periodística se cuelan en las grandes cadenas para mostrar la última peripecia política ilegal o en ocasiones se subasta está información al mejor postor, al más beneficiado o perjudicado. Pero la indignación que nos deja es la manipulación social que desencadenará y que logrará abanderar a la gente, hacerla víctima y victimarios, en una guerra entre mafias, que buscan el lucro acosta de todo, hasta de las vidas que se pierden en la guerra.
Tal parece que la guerra es el escenario más deseado para todos los que se lucran con ella, incluidos los medios de comunicación tradicionales de este país, tal parece que es una sinfonía muy dulce, los estentóreos sonido de las balas y el eco de los desgarradores alaridos de las madres e hijos que ven volver a sus familiares vestidos con bolsas; a pesar de estar al frente a los hechos viviendo el desesperanzador combate, siguen atizando tan afondo el dolor en la opinión social, que lo único que sosiega ese dolor es el afán de venganza. Vivir tantas décadas en la boutique de la información les hace carecer de ideas que permitan aportar a una paz estable y continua, aportar desde el periodismo para poner fin al histórico baño de sangre en que vive la población colombiana, carecen de ideas porque su conciencia está a la venta, porque la efervescencia les impide pensar, porque tienen un efímero o gran amor por la muerte, porque son apáticos ante la tragedia que implica el conflicto histórico colombiano, porque el poder logró invertir su escala axiológica y los valores de la paz y la vida son simples palabras en las planas de los monopolios de la información.
Estamos observando el resultado de la perdida de legitimidad y trascendencia que tienen los medios (monopolios) de información tradicionales, al incursionar otros actores de la información en los hombros del auge de los medios digitales y redes sociales; esto es un problema para aquellos que han prostituido la labor periodística y no han encontrado salida, ya que está en juego la hegemonía sobre la opinión pública, está en juego el poder de decidir de antemano que es verdad y que no. Uno de los focos del poder es el control de las comunicaciones e información, las redes sociales le plantan cara a este monopolio (sin llegar a la democratización de la información) y por eso los gobiernos han intentado combatir a las redes que se erigen de forma autónoma buscando la verdad.
REFERENCIAS
ALVARO, J. L. (1995). Psicología Social: perspectivas teóricas y metodológicas, Madrid: Siglo XXI.
Ignacio ramonet, (2003). El quinto poder, le monde diplomatique. Edicin española
Chomsky, N. (2013) La manipulación mediática. Recuperado de http://www.revistacomunicar.com/pdf/noam-chomsky-la-manipulacion.pdf
Molano Alfredo Bravo, Guerra civil mediatica, 2014, el espectador.com, recuperado de http://www.elespectador.com/opinion/guerra-civil-mediatica-columna-491582
eso se vio desde capital extranjero compro medios de conunicación y canales. Como adicta a los audios de riqueza cultural, solo queda la independencia con estilo y autonomia. No temas a crear y a ser autentico o autentica con arriesgarte ganas aventuras de no contar
🤘🏿🖤🤘🏿. Gracias Ojo publico