Por: Carlos Andrés Vásquez
Todo tipo de estrategias han sido propuestas y se han tratado de implementar con el objetivo de mitigar esta tragedia colosal que tiene al mundo de rodillas en lo económico y en lo social. Unas acertadas, otras no tan acertadas y, otras totalmente descabelladas.
Por supuesto, cada quien tiene una cosmovisión referenciada de su experiencia y necesidad. No todos quieren iniciar labores, ni reactivar el comercio, ni regresar a las calles o a las aulas de clases; pues saben que se pueden encontrar con el «innombrable» -me refiero al Covid-19 y no al NN-82 que, es aún mucho más letal-. Lo digo con sarcasmo ya que a nosotros los plebeyos nos toca echar mano de la comedia, porque lo trágico no nos luce, eso es para la aristocracia; a nosotros sólo nos queda reírnos de nuestras tragedias.
Primer acto
Resumiendo entre las decisiones acertadas, las no tanto, y las más descabelladas expondré lo siguiente:
1. Convocar un simulacro de aislamiento preventivo en Bogotá que demostró la urgencia de tomar medidas drásticas, haciendo que el gobierno nacional no tuviera oportunidad de dilatar lo imperativo de decretar la cuarentena nacional. Un absoluto acierto de la alcaldesa que hoy el país entero le reconoce.
2. La parodia de «aló presidente» emitida en televisión nacional en donde el presidente Duque propuso una manera de comunicación directa con los hogares, ofreciendo solución inmediata a cada detalle que fuera surgiendo. No funcionó, ya que al contrastar día a día lo prometido con lo cumplido, se evidenció que era puro teatro y que el ciudadano del común es lo último en las prioridades del gobierno. Esto solo ha generado zozobra.
3. La propuesta de reducir salarios y eliminar primas de junio y diciembre para salvar la economía, planteada por el excelentísimo Dr. Germán Vargas Lleras, que nunca nos decepciona al momento del «distanciamiento social», el verdadero: ese que nos divide entre clases sociales y en niveles de prioridad para recibir las ayudas del Estado: primero los megaricos, luego los ricos, luego las clases medias altas y, si sobra algo, que se reparta entre el 70% de los colombianos restantes.
Habrá entonces que empezar a hablar del distanciamiento físico y, así evitar contraer el maldito virus del Covid-19, que tampoco alcanza a ser tan letal como lo es el distanciamiento social que mata a cientos de miles de colombianos al año, a causa de la inequidad, la pobreza y el despiadado sistema de salud convertido en negocio de pocos y desgracia de muchos.
Segundo acto
Vayamos más allá de las apariencias y busquemos la nuez en todo este entramado: las propuestas de Vargas Lleras no son realmente suyas, son la anestesia a lo que viene por parte del gobierno Duque. Él «Vargas» es un distractor, un giro en la trama. Recuerden que su carrera presidencial terminó para siempre, es decir: no tiene nada que perder en términos de popularidad electoral, aunque su carrera por exigir más burocracia está a toda marcha. El gobierno nacional necesita de su imagen de villano para que vaya soltando malas noticias al pueblo colombiano de a pocos, sin que parezca que la élite empresarial está tras bambalinas en éste montaje, en donde el presidente es en verdad otra persona. «La palabra “persona” es etrusca, y referencia la máscara que utiliza el actor para dar vida al impostado en su papel».
Acto final.
Van a desplumar a empleados de todos los sectores; les quitarán sus primas y disminuirán salarios para regalárselos a las empresas de sus amigos cercanos como AVAL y AVIANCA. Vargas, Duque, Uribe, Char, Pastrana, Gaviria, industriales y demás gremios de la parodia, argumentan y escriben hoy lo que será la próxima tragicomedia a la que esperan, asistamos pagando la entrada y ejerciendo el papelón, repetitivo, de convidados de piedra.