Hay otro virus que nos está matando

Columnistas Opinión

Por: Jaime Tocora

Concejal de Ibagué

Colombia Humana – UP


Cuidar los recursos públicos, y estar  atentos a que no terminen en manos de unos pocos, no es fácil en un país como Colombia. En nuestro país, todas las esferas del poder han sido contaminadas por el virus que día a día, año a año y década a década mata a miles de colombianos. Virus que se roba el presente y el futuro de nuestro país, ese virus es la corrupción.

La crisis generada por el COVID-19 ha puesto en evidencia que la clase política de nuestro país no tiene cura, la corrupción es parte de cómo está constituida y cómo se reproduce. La clase política tradicional está lejos de cambiar sus prácticas. Por el contrario, esas prácticas constituyen una de las formas como reproduce y hereda su poder.

Desafíos como el que vivimos hoy como humanidad deberían hacer aflorar lo mejor de todos y todas. Sin embargo, para quienes ostentan el poder no es más si no una oportunidad para continuar con las mismas dinámicas. Por ejemplo, en el nivel nacional, hemos observado como la iniciativa Ingreso Solidario se convierte en un  vástago de Agro Ingreso Seguro. Hace más una década, por medio de ese programa se desviaron los dineros destinados a apoyar el agro colombiano.

Sin embargo, hoy no es necesario lavar dinero por medio de terratenientes, reinas de belleza o familias acaudaladas de nuestro país. Hoy, basta con inventar cedulas, crear miles de ciudadanos falsos o millones como en las elecciones presidenciales. Colombia es un país donde los muertos no descansan en paz, acá  votan, cobran pensiones y hasta subsidios del estado.

Las alarmas han sido encendidas por los  entes de control de orden nacional. El Contralor General de la República, Felipe Córdoba y el Procurador General de la Nación, Fernando Carrillo, han mostrado cómo los precios los han inflado, por ejemplo, las latas de atún, al igual que  las ayudas, están siendo entregadas para fortalecer redes clientelistas.

A lo anterior se le suma  la celebración indebida de contratos y la irregularidad en la toma de muestras para la detección del COVID-19 que de manera equivocada parece sugerir un aplanamiento de la curva. No hay reducción de casos, lo que no hay es suficientes camas, suministros médicos y profesionales de la salud en hospitales. Les estamos pidiendo  a nuestros y nuestras profesionales de la salud que se enfrenten a esta batalla sin las mínimas condiciones.

Ibagué y el Tolima no son la excepción a esta situación. Desde distintos sectores, se alzan voces  que buscan llamar la atención sobre cómo se están ejecutando los recursos en la ciudad. Se demanda que los recursos rindan y puedan garantizar ayudas a todos y todas. Lamentablemente, el alcalde de la ciudad, el Ing. Andrés Hurtado, responde de manera despectiva y agresiva frente a los razonables intentos de control y vigilancia, además, justifica dichos sobrecostos, en gastos que ni siquiera se encuentran especificados en el contrato 0236 del 27 de marzo de 2020.

En lugar de impulsar y saludar iniciativas enfocadas en el control fiscal y político de las estrategias puestas en marcha durante la crisis, como las del concejal Javier Mora que buscan cuidar y proteger el erario público, el mandatario de Ibagué responde con ataques  personales que dejan en entre dicho su compromiso con los principios de control y seguimiento fiscal para la Administración Municipal.

Es por eso que, de forma especial solicitamos a los organismos de control y de investigación del orden nacional que se enfoquen en el cuidado de los recursos públicos, puesto que hoy más que nunca necesitamos que cada peso este en función de salvar vidas. A los Concejos Municipales y Asambleas Departamentales del país, los invitamos a realizar con constancia y regularidad el trabajo para el cual fuimos elegidos: el control político.  A los mandatarios de municipios y departamentos, les exigimos responder con políticas que garanticen el  bienestar de la población.

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