Breves consideraciones sobre la educación rural y las medidas adoptadas por el gobierno nacional

Columnistas Opinión

Por: Mg. Camilo Sierra.

Educador Rural.

Coordinador Nacional AELAC[1]


Las últimas medidas adoptadas por el gobierno nacional en relación con la educación permiten generar reflexiones sobre la práctica pedagógica y el acto educativo en las escuelas rurales en tanto las familias campesinas – en su mayoría – no cuentan con acceso a internet, y donde sí cuentan, es por medio de paquetes de datos mínimos para la comunicación del día. Por lo tanto, en estas concisas apuntaciones, invito a reflexionar sobre la inversión del estado en la educación y específicamente en la escuela rural, la inversión en ciencia, en salud, y en la necesidad de fortalecer la Federación Colombiana de trabajadores de la Educación (FECODE)  y su Centro de Estudios e Investigaciones Docentes.

La coyuntura nacional e internacional, sobre todo la nacional, demuestra la necesaria reflexión sobre la inversión a educación y salud, más que a fortalecer la industria militar; demuestra que ha sido un error recurrente de los gobiernos de turno cerrar hospitales y reducir el presupuesto educativo y de investigación en ciencia.

Lo más preocupante es que teniendo un bajo presupuesto en educación y salud, al campo le corresponde muchísimo menos, y por ende no cuenta con las mismas posibilidades que cuentan las familias en la ciudad (sin hablar de las miles de familias que no tienen posibilidad de acceder al servicio de internet), por lo que hablar de educación virtual como estrategia para mitigar los vacíos que generan las vacaciones forzadas no es consecuente con la realidad rural del país.

En esa órbita, las consideraciones en torno a la educación rural invitan a pensar la escuela como el espacio físico que garantiza la presencia del estado en los corregimientos y en algunas veredas; no obstante, la escuela más allá de constituir un aparato ideológico del estado, se configura como una arena cultural en donde se mueven discursos pedagógicos oficiales y alternativos. En la escuela rural, los docentes están constantemente construyendo discursos pedagógicos alternativos al momento de innovar la práctica pedagógica, el currículo estandarizado y la evaluación estandarizada. O con mayor fuerza, el discurso alternativo se evidencia cuando los docentes trabajan mancomunadamente con la comunidad campesina para ejecutar un proyecto deportivo, literario, cultural entre otros.

De esa manera, el ejercicio docente no es exclusivamente enseñar. Su rol en la escuela y en la sociedad, rompe la unidireccionalidad de la enseñanza-aprendizaje y transita por los caminos de la reflexión, la promoción de lectura, la construcción del pensamiento crítico; además su rol en ocasiones, es el de una figura materna o paterna. De modo que, el trabajo de guías virtuales es incompatible con las realidades rurales por motivos como la inexistencia de internet en muchas veredas; y donde tienen posibilidad de conexión, no es lo suficiente para realizar una consulta, ni mucho menos una videoconferencia.

Que paradójico es que en un país donde la economía es impulsada por la materia prima, por el agro, por el campo, su gobierno olvide a quienes trabajan la tierra.

Por otro lado, el último seminario de calidad convocado por el ICFES que se desarrolló en noviembre del 2019 en donde el Banco Mundial, El Banco Interamericano de Desarrollo y el gobierno nacional coincidieron en Desplazar paulatinamente el rol del docente a través de estrategias tecnológicas. ¿Será esta coyuntura un escenario de experimentación económica del gobierno nacional para aplicar las “recomendaciones” de los organismos multilaterales de crédito?

Lo claro es que los gobiernos de turno han querido fracturar la estabilidad del magisterio y la están fisurando. Con “pequeñas” reformas están disolviendo las garantías que gracias a las loables luchas callejeras se ha logrado obtener.

Para ir finalizando, a manera de reflexiones finales, la necesidad de la unidad del magisterio en FECODE es de vital importancia ahora y al terminar esta coyuntura, con el fin de prevenir posibles arremetidas contra el magisterio y contra la educación pública en Colombia, que afectaría a las clases populares, a las familias campesinas.

Del mismo modo, se hace evidente la necesidad de fortalecer el CEID, puesto que, en estos momentos, en donde el gobierno nacional promueve una propuesta alejada de la realidad concreta del país, FECODE, debería emitir una propuesta alternativa acorde con las necesidades de la educación rural. El discurso pedagógico alternativo es lo que posibilita la construcción de una sociedad distinta, en la que se inviertan correctamente los recursos públicos. No se puede esperar que el gobierno nacional elabore estrategias respetuosas y consecuentes porque al buró político de la burguesía no le interesa el bienestar de los más vulnerables.

En síntesis, el gobierno nacional continúa vulnerando los derechos humanos, desprotegiendo a las familias pobres y alimentando los bolsillos de las familias más ricas. Es así que, es el momento de aunar esfuerzos intelectuales para fortalecer el movimiento pedagógico nacional. ¡A derribar la escuela como fábrica de consumidores, por una educación que forje hombres y mujeres libres!

[1] Asociación de Educadores de Latinoamérica y el Caribe. Capítulo Colombia.

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